El cerebro es un órgano de aproximadamente 100 mil millones de neuronas, que en conjunto funcionan para proveer nuestra experiencia subjetiva de la realidad. La ciencia se ha encargado de investigar este sistema tan misterioso que hasta la fecha es poco lo que entendemos de esta máquina preciosa y es el objeto más complejo conocido en el universo.
Muchas disciplinas se han enfocado en mostrarnos de diferentes maneras las áreas cerebrales por las funciones de las que son responsables; entre ellas la neuropsicología nos da una perspectiva del cerebro en cuanto a la activación simultánea de diferentes áreas encefálicas dependiendo del estímulo que se presenta, esta perspectiva es la del Engrama.
Cada área del cerebro tiene una función específica, y cuando la función se ejecuta, intrínsecamente el área responsable se encuentra activa. Dependiendo la situación o evento, el área que sea requerida será activada.
Un engrama es una estructura de interconexión neuronal, es decir, es el conjunto de áreas que se activan en determinada actividad formando una ruta neuronal en la cartografía conectómica, y funciona como correlato psicológico (es decir, la correlación entre psique y actividad neuronal).
Cuando alguien repite un comportamiento de manera consistente, se activan y refuerzan las conexiones sinápticas entre las neuronas involucradas en ese comportamiento. Este proceso se conoce como plasticidad sináptica, que es una forma de neuroplasticidad. La plasticidad sináptica implica cambios en la fuerza y eficacia de las sinapsis, y es fundamental para el aprendizaje y la formación de memorias.
Metafóricamente hablando, son los “cables” que se activan en conjunto para reproducir el comportamiento que la experiencia ha determinado como el más adecuado para la situación.
Entonces las redes neuronales establecen la base para formación y la activación de engramas, la cuál está estrechamente relacionada con la plasticidad sináptica implicada por la adaptación de estas conexiones en respuesta a la experiencia y el aprendizaje.
Los engramas funcionan con cualquier clase de actividad —no solamente en las cognitivas—; ya que la distribución espacial de la información involucra diferentes tipos de información, como las memorias sensoriales, motoras y cognitivas.
El mismo cerebro se encarga de hacer una integración funcional, donde diferentes de sus regiones trabajan de manera conjunta para realizar funciones cognitivas y conductuales complejas.
Los cambios dinámicos con el tiempo permiten a los engramas formarse, consolidarse y adaptarse a medida que se adquiere nueva información y se experimenta el aprendizaje a lo largo del tiempo.
En neuropsicología se considera su importancia ya que señala las conexiones de diferentes áreas encefálicas que se activan por algún patrón de percepción, concepción y/o comportamiento.
Por ejemplo, digamos que cumples alguno de los siguientes patrones de comportamiento:
Ej. 1
- Ves un perro.
- Te causa alegría.
- Caminas hacia el perro.
- Lo acaricias.
Ej. 2
- Un cliente molesto te aborda.
- Sientes que no tiene razón.
- Le aclaras y lo calmas.
- Cuando se va, rezongas.
Ej. 3
- Vas al banco.
- Ves la larga fila.
- Te aburres.
- Te pones a pensar en las deudas.
Cada ejemplo representa un engrama, y cada uno de sus pasos son las áreas involucradas en el engrama; sin dejar al lado aquellas otras áreas encargadas de la mecánica del cuerpo, como el movimiento de tus pies y tus brazos relacionados con la actividad que hacías.
Para ser precisos, en todo momento hay un engrama activado.